Las trabas culturales para implementar el voto electrónico en Chile
Los académicos, expertos y proveedores de tecnologías de voto electrónico creen que la alta abstención de las elecciones municipales (65%) es un buen contexto para debatir el uso de estos avances ya probados en el resto de la región.
Actualmente se utilizan dos tipos de voto electrónico: el voto presencial (que exige al votante acercarse a un local de votación y su respectiva urna electrónica) y el voto electrónico no presencial o remoto (que puede realizarse desde cualquier dispositivo conectado a Internet).
¿Por qué ha tardado tanto en implementarse?, el académico y director de la carrera de Ingeniería en Telecomunicaciones de la Universidad Andrés Bello, David Ruete, cree que los motivos son varios, pero prima la necesidad de tener que discutir una ley a lo largo de todo su circuito para evaluar la viabilidad de una tecnología ya testeada con éxito en países como Bélgica, Brasil, EEUU, Estonia, Filipinas, Venezuela e India donde cuenta incluso con un 100% de penetración.
“Actualmente este mecanismo es seguro, autentica al usuario mediante reconocimiento biométrico o huella digital y esto, mezclado con el uso de una identificación, también es auditable ya que entrega un voucher que se utiliza para la contabilidad de los votos de forma física”, explica.
Por su parte el cientista político y académico de la Universidad de Santiago, René Jara, cree que lo fundamental, antes de cualquier decisión o prueba de este tipo, es actualizar la base de datos con que se construye el padrón electoral chileno. El especialista en tecnologías aplicadas al voto proyecta que el sufragio electrónico se implementará recién en las elecciones municipales de 2020. Hacerlo antes sería improvisar, aconseja a las voces más audaces que desearían ver en funcionamiento este sistema a toda costa.
La semana pasada el diputado PPD, Ramón Farías, señaló la urgencia de crear una mesa de trabajo para discutir la implementación del voto electrónico, con miras a las presidenciales de 2017. El tema contaría con el apoyo de otros parlamentarios del oficialismo.
Esas prisas son las que acarrean otras falencias. Incluso los más optimistas proveedores de tecnologías de voto electrónico creen que cinco años es un buen período para comenzar a proyectar pruebas y algo de experiencia en el asunto. Incluso se aventuran con 10 años plazo para contar con una solución de este tipo.
“Es un buen momento para plantear el debate, porque la alta abstención es un buen catalizador para algo tan crítico que es el estado de la salud de la democracia”, cree Mario Novoa, gerente comercial de Evoting. El camino hacia el voto electrónico debería involucrar primero periodos de testeo o planes pilotos en localidades pequeñas del país, sostiene el gestor de la plataforma online que reemplaza el método tradicional de vocales de mesa, imprimir papeletas y contar uno a uno los votos.
“La visión hacia el voto electrónico es algo reactivo. Creo que esto es porque, hasta ahora, en general el sistema había funcionado bien. Con el cambio del padrón electoral se hizo algo más difícil para cerca de 500 mil personas y aunque este dato es importante, la gente desconoce el costo de organizar las elecciones. Tiene una sensación de que la cosa funciona bien con la obtención de los resultados expedita, pero con una abstención que nunca había sido tan alta por otro lado. Una alternativa de voto electrónico se hace cada vez más necesaria y nos hemos demorado en implementarla como país porque, hasta ahora, la abstención no era un problema tan grande”, explica.
PAÍSES QUE LO USAN
En la región, países como Ecuador, Honduras y México utilizan el voto electrónico de manera sutil pero firme. En Chile se ha utilizado ya para elecciones de centros de alumnos de educación superior, procesos gremiales de sindicatos y el Colegio de Médicos y Arquitectos en su modalidad remota. En cada caso, el principal temor a la innovación es a suspicacia sobre intervención electoral a través del mal uso o el hackeo. Las experiencias que ofrece el mercado cuentan con complejos sistemas de criptografía, trackers y nuevas metodologías además del mencionado factor físico del comprobante que se emite después de cada participación individual.
“Es una duda común”, dice Novoa. “Es fácil hablar del fantasma de los hackers y lo que hemos tratado es ponernos en el caso de los ataques con la mentalidad de seguridad en la que hay que detectar y prevenir a tiempo porque son problemas a los que también nos arriesgamos con el voto tradicional en papel y la evidencia de eso es el resguardo militar en los lugares de votación. Cualquier vocal podría llevarse una urna o cometer otro ataque. En los sistemas de este tipo el consenso lo entrega una solución técnica que no genere dudas. El resto es tiempo y confianza”, sintetiza.
Para el profesor Ruete, la clave es cultural y traza un paralelo con la paranoia que hace 5 años generaban las compras a través de Internet. Lo que comenzó tímidamente ha ido creciendo a una tasa del 30% cada año, según la Cámara de Comercio. “Es difícil, pero se está trabajando en eso. Así que seguramente con el voto por Internet podría suceder algo similar”, agrega.
Piensa que eventualmente la baja participación es un problema en el que la votación electrónica podría influir de manera positiva. Países donde esta tecnología está en uso registran entre un 15% y un 30% de preferencias por el mecanismo. “Podríamos entonces inferir que las personas que votaron por Internet no hubieran ido al lugar de votación, por lo que se puede suponer que estos medios estimulan a los votantes a participar”, sostiene sobre la problemática del momento.
“Hablando de un sistema de votación digital hay que contar como ventajas el hecho de que permitiría votar desde cualquier lugar con acceso a Internet, cualquier lugar del mundo, también permite votar a personas con discapacidades que no pueden dirigirse a votar a las urnas lo cual evidentemente fomentaría la participación electoral”, agrega,
Por otro lado, declara como desventajas el escenario eventual para nuevos fraudes y amenazas cibernéticas, el factor de confusión para votantes menos familiarizados con la tecnología cuando se trate de interfaces mal diseñadas. Variables que no son suficiente argumento para regresar al voto voluntario, opina Novoa: “Creo que en esta línea da más para avanzar que para retroceder. Es más responsable mejorar el acceso para la votación en vez de obligar a la gente a que vote. El voto remoto disminuye tanto los costos de votar, que permite que la gente que hoy no vota, se le haga más fácil en términos de tiempo y costos”, explica.
La implementación del voto electrónico debe ser un acto paulatino y en un contexto de normalidad ya que va por un camino distinto al de la participación y el desencanto de los chilenos con la clase política. En poco ayuda a ese escenario la enorme papeleta con decenas de candidatos que tarda más en ser doblada que en marcar la preferencia, cree el profesor Jara.
Advierte que en ese proceso, el Servicio Electoral no cuenta con la capacidad necesaria para hacerse cargo de la iniciativa. “En el Servel no está ni el personal ni las unidades necesarias para hacer un cambio de ese tipo. Probablemente, esto se va a externalizar, por lo que hay que asegurar que la licitación sea lo más transparente posible”, indica.
http://www.lanacion.cl/noticias/reportajes/politica/las-trabas-culturales-para-implementar-el-voto-electronico-en-chile/2016-10-25/175950.html
FUENTE.LA NACION.CL