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Debate de píldora devela declinación de influencia política de la Iglesia

Viernes, 26 de Junio de 2009

A principios de los ‘90, la diputada PPD Adriana Muñoz presentó un proyecto reponiendo el llamado aborto terapéutico. Para muchos, esa iniciativa le costó la reelección. Por esa época, el entonces arzobispo de Santiago, monseñor Carlos Oviedo, remecía al país denunciando los peligros de una crisis moral y el gobierno de Patricio Aylwin descartaba de plano promover una ley de divorcio. No era sólo que hubiera problemas más acuciantes en esos años de transición, sino que incluso los políticos más agnósticos estimaban que, tras el rol jugado por la Iglesia en defensa de los DD.HH. en el régimen militar, un deber mínimo era evitar que la democracia le devolviera la mano con iniciativas de ese tipo.

Que mucha agua ha corrido desde entonces quedó claro esta semana, cuando los dos principales presidenciables (ambos católicos) expresaron su pleno respaldo a la distribución de la píldora del día después, la misma que la Iglesia condena. Pero, si de cambios se trata, tal vez el más revelador fue el del abanderado oficialista, Eduardo Frei, que cuando postuló por primera vez a la Presidencia, en 1993, se declaró firme opositor al aborto terapéutico y hoy en cambio evalúa incluirlo en su programa… Más paradójico, considerando que, hace una década, su mismo partido, la DC, el que exigía a Ricardo Lagos un claro compromiso de no promover ninguna forma de aborto como condición para apoyarlo.

¿Qué pasó en el intertanto?

Muchos al interior de la propia Iglesia están conscientes del fenómeno. Lo atribuyen a una mezcla de factores, partiendo por un evidente cambio cultural (la liberalización de costumbres salta a la vista), pero también considerando errores y caídas propias (como los casos de pedofilia, que han afectado su prestigio y autoridad moral) y hasta la falta de fuerza y unidad al actuar.

Hoy por hoy, los problemas para la jerarquía parten por la falta de puentes con el mundo político. Como hacen notar algunos, basta recordar los primeros gabinetes de la Concertación. En el de Aylwin abundaban quienes (partiendo por el propio Mandatario) tenían fuertes vínculos con la Iglesia, como su titular de Justicia, Francisco Cumplido , o el de Mideplan, Sergio Molina , amigos de las principales figuras de la jerarquía. Por entonces, obispos como Carlos González tenían llegada privilegiada en el gobierno, igual que otras figuras emblemáticas, como Cristián Precht.

En el gobierno de Frei , pese a que no faltaron episodios de tensión (en particular, enfrentamientos con el entonces obispo Jorge Medina, a quien Marta Larraechea criticaba públicamente), las relaciones siguieron buenas. En el gabinete de nuevo abundaban los cercanos a la Iglesia, como el ministro del Interior, Raúl Troncoso . Este, junto a Sergio Molina , incluso formó una comunidad de políticos católicos, donde participaban el DC Zarko Luksic , el UDI Andrés Chadwick y la RN Pía Guzmán .

Por ese tiempo, sin embargo, dos diputados católicos y decés, Ignacio Walker y Mariana Aylwin , se transformaron en los grandes impulsores de una ley de divorcio. El gobierno de Frei evitó involucrarse, pero muy distinta fue la actitud de la administración Lagos, que reactivó el proyecto y se jugó con todo en su trámite. Se inició el período de más duras batallas entre la Iglesia y el gobierno, pese a que también hubo iniciativas donde actuaron en conjunto, como la derogación de la pena de muerte.

En otros asuntos, chocaron. El cardenal Errázuriz , por ejemplo, acudió personalmente al Senado y, con su lobby, paralizó la tramitación del protocolo facultativo del CEDAW, tratado por el que Chile reconocía facultades al consejo de la ONU que vigila los temas de mujer y que insta a los países a legalizar el aborto.

En cuanto a la ley de matrimonio civil y divorcio, aunque resultó una derrota para la Iglesia, no fue poco el despliegue. Junto al propio Errázuriz, fueron claves otros dos presbíteros: el sacerdote Joaquín Alliende y el ahora obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González. Pero durante ese debate también se evidenció uno de los problemas que debilitado el poder eclesiástico: las divisiones internas . Así, los dichos de Alliende generaban críticas en sectores más progresistas. Y mientras políticos vinculados al movimiento de Schoenstatt intentaban promover como fórmula para evitar el divorcio un proyecto reconociendo status legal a las «segundas uniones», otros miembros de la jerarquía lo rechazaban. El punto cúlmine fueron los spots que encargó la Vícaría de la Familia, que buscaban advertir sobre las consecuencias del divorcio para los hijos, pero que sacerdotes como Felipe Berríos cuestionaron públicamente por ofensivos hacia esos niños.

Al final, los obispos perdieron la batalla. El lobby y las llamadas a los parlamentarios sólo derivaron en un premio de consuelo: la disposición que otorga reconocimiento legal al matrimonio religioso, más simbólico que efectivo.

Por ese mismo período, la Iglesia también gastó energías en la ley de culto , donde consiguió mantener sus estatutos jurídicos. Pero así como el mundo político dice que ése fue uno de los últimos temas donde la jerarquía católica verdaderamente se jugó, dicho proyecto sirvió también para que mostrara su fuerza el mundo evangélico . Este ha sido mucho más intenso en sus lobbies durante el último tiempo. Un ejemplo, dicen los parlamentarios, la ley contra la discriminación , en pleno trámite en el Congreso y reivindica por movimientos homosexuales. Frente a ella han sido los evangélicos los más activos en expresar reparos.

¿Qué pasa con los católicos? El diagnóstico de los políticos es que parecieran haberse agotado tras las discusiones de la primera mitad de la década, y lo ejemplifican en el Cardenal, a quien ven mucho menos activo. Derechamente, dicen, ya casi no hay llamados de miembros de la jerarquía. Y aunque algunos advierten que ello es más sano y propio de una democracia moderna, otros lo ven como signo de debilidad. Y aseguran que no hay muchos otros obispos desempeñando un rol protagónico. Reconocen esfuerzos puntuales de algunos ( Ricardo Ezatti o Carlos Pellegrin ), en temas como Educación, y también la voz del presidente de la Conferencia Episcopal, Alejandro Goic . Otros con iniciativa son Fernando Chomalí (que acudió a la Cámara a hablar contra el proyecto sobre uniones de hecho) y Juan Ignacio González . Pero dentro de la propia Iglesia estos últimos son criticados por su dureza… De hecho, los duros emplazamientos de González a Frei por el aborto terapéutico contrastaron con la disposición al diálogo expresada por Goic un día después.

Por el lado del Ejecutivo, en tanto, pese a que en el gabinete hay católicos como los ministros Viera-Gallo y Mónica Jiménez , ya no se da la cercanía de otras épocas. Un distanciamiento que tuvo su cúlmine cuando el gobierno presentó sus famosas políticas sobre fertilidad (el origen de la actual polémica por la píldora). Como nunca, la Conferencia Episcopal fue avisada a último momento, horas antes de que se hicieran públicas. Aunque luego ha habido señales de mayor deferencia, para muchos en la Iglesia el episodio marcó un antes y un después definitivo.

Encuentro en La Florida

Hace sólo unos días, llegaron hasta el santuario de Schöenstatt, en La Florida, el alcalde de Maipú, Alberto Undurraga (DC) , el diputado UDI José Antonio Kast , la ex intendenta Ximena Rincón (DC) , el ex vicepresidente DC Walter Oliva y el director del Sernac, José Roa (PS) , entre otros. Otros no pudieron asistir, como el alcalde de Peñalolén, Claudio Orrego . La cita fue una iniciativa del sacerdote Carlos Cox , schöenstattiano y rector del tempo de Maipú, quien encargó la organización a Kast y Undurraga.

La idea fue reunir a políticos católicos de distintos sectores. No se tocaron temas contingentes, pero los asistentes comparten una misma preocupación respecto del rol de la Iglesia en el debate público.

Otro preocupado de estas materias es el jesuita Eduardo Silva , académico de la Universidad Alberto Hurtado, quien ha organizado retiros en Santo Domingo con jóvenes con intereses políticos.

Piñera, Enríquez-Ominami y Frei han pasado por la oficina del obispo Goic en visita protocolar.

FUENTE.LA SEGUNDA ON LINE.

Nacional

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