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Vecinos de calle 18 ya no soportan sucio edificio abandonado

Sábado, 10 de Marzo de 2012

En la esquina Dieciocho con Alameda se sitúa el Palacio Iguiñez que hace cerca de 2 años está abandonado, convirtiéndose en una guarida de ladrones y en un foco infeccioso con roedores producto de la orina y las fecas que dejan los transeúntes. Los vecinos del sector aseguran que el inmueble es propiedad de la Fundación Duoc, entidad que conversó con los afectados, pero no les dio ninguna solución.

“Hablamos con ellos para saber cuándo iban a reactivar este edificio y no nos han dado ninguna respuesta positiva”, afirmó Zacarías Alarcón, representante de la Corporación de la Calle Dieciocho y Alameda.

A pesar de que todavía no se han acercado a las autoridades para buscar apoyo, están dispuestos a llevar el caso a la justicia interponiendo una demanda contra la Fundación Duoc, pues la situación “ha devaluado el sector, ha bajado la plusvalía”, enfatiza Zacarías

Punto de referencia
El salón de té “18”, fue durante años, punto de referencia para indicar la intersección, gracias a su característico letrero amarillo con letras rojas que formaba parte del Palacio Iguiñez.

Dicha construcción data de 1908, por lo que siendo un edifico con más de 100 años de antigüedad sus estructuras no tienen la firmeza adecuada. Actualmente mallas de nylon protegen a los transeúntes de las caídas de algunas cornisas.

Francisco Díaz, vecino de calle Dieciocho, contó que “en el invierno pasado se desplomó una cornisa que les pegó a unos lolos que iban pasando, pero afortunadamente no pasó a mayores, porque solo los rozó”.

Baños y motel
Además, Díaz denuncia que mientras los sábados disfruta de un asado en su departamento -que queda frente al edificio abandonado- ve de todo. “Orinan, hacen sus necesidades. De hecho he visto hasta a parejas haciendo el amor”, lamenta.

Eso es confirmado por el dueño del quiosco que vende diarios, Agustín Lillo, pues cuenta que gasta 1 litro diario en cloro para desinfectar los alrededores de su negocio. “Todos los días tengo que estar lavando y no se va el olor”, se queja Lillo. FUENTE. LA NACION.CL

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