Partió la Tía Eliana, la reina de las noches de pasión y desenfreno antofagastino
“Era una señora muy amable, pero con un carácter muy fuerte. De tez blanca, rellenita y con mucho carisma. Fue la más grande comadrona de Antofagasta, pero nunca ejerció la prostitución”, asegura el periodista y cineasta Pedro Arturo Zlatar, sobre Berta Eliana Valladares.
La tía Eliana, como la conocían en el norte del país, murió el viernes 29 de julio y este lunes fueron sus funerales. Mujer de esfuerzo, forjó un imperio con sus bulladas fiestas y pasó a ser parte del mito urbano de la Perla del Norte gracias a sus lindas “sobrinas” que amenizaban la noche en la esquina de calle Condell con Orellana.
La reina de las casas de remolienda vivió su esplendor en los años ’60, cuando mineros y extranjeros tenían como punto fijo la residencia de la Tía Eliana. Una época de oro, cuando la mandamás de las citas nocturnas, incluso llegó a conocer el amor en su propio boliche a manos de un marino griego con el cual, aseguran, contrajo matrimonio.
RESIDENCIA ELIANA
Un amor loco y fugaz, que le compró como regalo de bodas los terrenos de lo que hoy se conoce como Hotel Atenas. Un detalle para que la jefa pudiera atender con más glamour a sus clientes regalones.
Mujer querida en su propia tierra, logró ser reconocida por el diario la Estrella de Antofagasta que publicó un resumen de su vida en la edición de este lunes. Escrito por el periodista Juan Antonio Marrodán, cercano a Valladares y sus fiestas, sacó más de una lágrima a sus seguidores.
“… fue un pilar para colaborar con las actividades deportivas de la ciudad y sostener algunos programas radiales, desde el anonimato, además de ayudar bajo el mismo sistema a algunas casas de protección social para adultos mayores y niños, junto con su tradicional aporte a las campañas de Teletón”, recuerda con cariño el periodista sobre la mujer que ayudó a muchos antofagastinos a hacerse hombres.
Trabajo que no terminó con muchos créditos, la instalación de cervecerías atendidas por niñas con poca ropa en la región minaron el trabajo de la tía Eliana que se negaba a actualizar sus servicios, y que, según Pedro Zlatar, sepultaron la Residencial Eliana.
“Ella ejercía su trabajo a la manera antigua, con mucha discreción y a la luz de la luna, no quiso seguir los pasos de la modernidad y eso hizo que las actuales generaciones no pudieran beneficiarse de sus servicios”, sentencia el cineasta antofagastino. FUENTE, LA NACION.CL